El polvo está presente en nuestro entorno diario y, aunque pueda parecer inofensivo, puede tener un impacto considerable en la salud ocular. Estas son algunas de las formas en que puede afectar tus ojos:
Irritación y enrojecimiento
Las partículas de polvo pueden irritar la superficie ocular, causando enrojecimiento, ardor y sensación de molestia.
Sequedad ocular
El polvo puede interferir con la lubricación natural del ojo, provocando sequedad y sensación de arenilla.
Alergias oculares
El polvo suele contener alérgenos que desencadenan reacciones como picazón, lagrimeo y ojos llorosos.
Riesgo de infecciones
La acumulación de polvo en los ojos, especialmente si se frotan con las manos, puede aumentar el riesgo de desarrollar infecciones.
Para prevenir estos efectos, se recomienda proteger los ojos con gafas adecuadas en ambientes polvorientos, mantener una buena higiene ocular y evitar el contacto directo con las manos. Si presentas molestias persistentes, en Oftalmológica podemos ayudarte a recibir el tratamiento más adecuado.
