Con el ingreso a la escuela, a la edad de cinco a seis años, se completa el desarrollo visual. Los defectos visuales básicos que no han sido detectados hasta ese momento son difíciles de tratar. Así por ejemplo, el poder visual de un ojo débil, cuya función visual ha sido asumida durante años por el ojo sano, a la edad escolar se ha reducido tan fuertemente que ya no trabaja más. El ojo no ha podido ejercitarse porque nunca fue usado correctamente.
Hay que tener también en consideración que un niño que en la edad preescolar ha sido evaluado por un oftalmólogo como un niño de visión normal, puede desarrollar posteriormente algún tipo de ametropía como, por ejemplo, miopía, hipermetropía y astigmatismo, lo cual haría necesario una corrección. Por eso es recomendable que los padres observen con detenimiento a sus hijos en cooperación estrecha con los docentes, sobre todo cuando los niños aprenden a leer y escribir. Dificultad al leer no debe significar de llano que un niño tenga un problema de aprendizaje, sino que podría indicar que el niño simplemente ve mal.
En caso de ametropía el oftalmólogo prescribe gafas o lentes de contacto. Es responsabilidad de los padres explicar a sus hijos la necesidad de una corrección y dejar que el niño participe en la decisión de cuál tipo de ayuda visual sería la más adecuada. De esta manera el niño portará con gusto sus gafas o manipulará sus lentes de contacto con mucha responsabilidad.